Coach Héctor Sampieri Rubach
Anti-introducción
Debo decirte que no, es irrelevante. No te esfuerces en comprenderlo. No pierdas tu tiempo en leer esto. Hay muchas cosas en las cuáles pensar ahora. ¿Por qué hacerlo sobre esto?
La salud, el trabajo, la economía, el pánico, la emergencia, el desafío, la pandemia. ¿Y tú quieres descubrir la importancia del matrimonio? ¿Estás hablando en serio?
¡Te dije que no! ¡No sigas leyendo! ¡Déjalo! ¡Mueve los ojos a otro lado! ¡Distráete con tu celular, anda!
¿Qué piensas que vas a encontrar aquí? ¿Una compleja argumentación que buscaría convecerte sobre aquello que no consideras relevante? ¿Qué tratas de probar continuando la lectura? ¡Ya llevas cuatro párrafos! ¡Para ya!
Mira, te lo diré rápido y fácil. Me estoy empezando a impacientar. Es tarde, he tenido unas semanas complejas y lo que menos quiero es hacerte perder el tiempo y perderlo junto contigo.
¡El matrimonio no es para ti! Es cosa de viejos, de otras épocas, es para tus mayores.
Para aquellos que están dispuestos a dar la vida, para quienes desean compartir un ideal y hacerlo florecer en su descendencia. Para quienes se atreven, en este mundo de locos, a atestiguar el amor y la dimensión profunda de la alianza, la más grande alianza, después de la que Dios ha hecho con el hombre, la del varón y la mujer que ha permeado en la sociedad, que la fundamenta y la ha hecho posible.
¡Mira lo que has hecho! Ahora, tendré que ponerme a explicar lo que seguramente no quieres oir, pero que ahora quiero decirte. Y, si has llegado hasta aquí, ¡pues bueno! ¡vamos hasta el fondo! ¡Ponte cómodo!
El matrimonio y su importancia social
Se dice del matrimonio entre varón y mujer que en sí mismo constituye una “institución”, manifestando así la relevancia de la unión que no es igual, y que por ello presenta diferencias notables, frente a otro tipo de uniones entre personas.
Ha existido desde hace siglos, incluso antes de su sistematización y regulación por parte de los ámbitos civiles y religiosos. Es una institución “natural”. ¡Cuidado!, ya empezamos con palabras complejas. Cuando hablo de natural me refiero a que es, inherente a la constitución propia del ser humano, a su característica básica.
Con ello me refiero a la posibilidad de donación, entrega y gratuidad, dentro del encuentro interpersonal y complementario solo posible, en grado último, entre el varón y la mujer.
Y sí, esto es polémico en esta época, donde cualquier tipo de unión entre personas pudiera “asemejarse” por los grandes dictados autoritarios de la reingeniería social, derivada de las ideologías dominantes de nuestro tiempo, como “nueva unión matrimonial” exactamente igual, en derecho y en obligación, a la realidad jurídica que emana del vínculo, sellado por el consentimiento, entre los cónyuges, entre el varón y la mujer.
¡Y ahí todo un tema al que, por ahora, no podemos entrar con mayor profundidad! Y seguro ahora sí quieres dejar la lectura, ¡pues no! ¡hay que ser valientes y continuar, aún debo decirte algunas cosas más!
El matrimonio es importante socialmente puesto que, como institución, permite el surgimiento de una nueva generación y porque crea una red de apoyo y colaboración entre los contrayentes que favorecerá su supervivencia, no solo material, sino psicológica y espiritual, ante los desafíos de una época determinada. ¡Y mira que nuestro tiempo es profundamente complejo! Hablamos entonces, desde la perspectiva de la teoría clásica, de los fines básicos de la unión matrimonial: la procreación y la ayuda mutua.
El adecuado balance entre ambas finalidades es una urgencia de nuestra época, y debemos, quienes tenemos interés por el matrimonio y la familia, encontrar nuevas vías creativas e innovadoras para profundizar en la aportación social de un matrimonio comprometido entre sus cónyuges y frente a sus hijos.
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El matrimonio consagrado por Dios
Y aquí nos ponemos más complejos. ¡Conste que tú lo pediste!
Dios nos ha revelado la importancia de la unión natural entre el varón y la mujer, de la que brota la familia y se instaura en derredor la sociedad. No solo nos ha dicho que es importante, sino que nos ha dejado constancia que mediante dicha unión, santificada por Él, su Gracia hace más plena y profunda la unión interpesonal que, llevada por Su Espíritu a lo sobrenatural, es camino de santidad para los cónyuges.
Jesucristo, nuestro maestro y salvador, ¡y no salgas corriendo ahora lector provocador!, ha llevado la unión natural humana a la realidad sacramental. A la constancia de que en dicho vínculo, originado en el consentimiento expresado en el rito del matrimonio, descansa su Voluntad y una llamada clara de vocación que solo tendrá cumplimiento con la decisión y afirmación del varón y la mujer que se casan.
Dios dispone entonces su Gracia que actúa en el matrimonio y lo perfecciona. Un verdadero matrimonio cristiano debe crecer, madurar, acercarse uno al otro a la plenitud de la fe y con una mirada común hacia la vida futura donde, paradojicamente, el matrimonio no perdura.
En cuanto realidad humana, expresada a lo largo de la decisión perenne, pero temporal, nos abre las puertas del cielo. Nos casamos para toda la vida, y con ello ponemos manos a la obra para asegurar la vida que no se acaba. El matrimonio consagrado por Dios, vivido como Dios mismo manda, esta destinado a llevarnos a la contemplación de Aquél que no solo ha hecho posible nuestra vida sino que la vivifica y la sostiene día a día.

Para irnos despidiendo
Helo ahí, te he expuesto brevemente algunas razones de relevancia social sobre el matrimonio y sobre el matrimonio cristiano. Y ahora, ¡es mi turno! ¡Me toca a mí pedirte algo!
¡Ya que has venido de preguntón, a estas horas de la tarde, podrías empezar a pensar cómo asumir este reto y ayudarme!
A lo mejor y sí, el matrimono es para ti, a lo mejor y sí, es relevante e importante. Pero debemos encontrar juntos una manera de presentarlo al mundo y sospecho que puede haber una vía.
Las generaciones más jóvenes, como la tuya, valoran, en objetos y en afiches, los tiempos pasados. Les gusta lo “vintage”, aquello que por su historia y funcionalidad ofrece algo que ahora, por mucha innovación, no se consigue. Bueno ¡pues helo ahí!, nada más “vintage” que el matrimonio de varón y mujer para una época que añora el sentido y el propósito en lo antiguo.
Estoy seguro que nos leeremos pronto mi buen amigo, espero estar de mejor humor para nuestro próximo encuentro.
¡Hasta pronto y hasta siempre!