El Pontificio Instituto Teológico para las Ciencias del Matrimonio y de la Familia, una de las grandes aportaciones de San Juan Pablo II al hombre de hoy

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Dr. Martín Francisco Gallegos Medina

Corría el 13 de mayo de 1981, día dedicado a Nuestra Señora de Fátima, cuando, Juan Pablo II, fundaba en la ciudad de Roma, el llamado ‘Instituto Internacional de Estudios sobre Matrimonio y Familia’, y que hoy es conocido como el ‘Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y de la Familia’, cuya sede central está ubicada en de las instalaciones de la así llamada ‘Universidad del Papa’: la Pontificia Universidad Lateranense.

En un marco muy particular se llevó a cabo la fundación del Instituto en Roma, en la plaza San Pedro.

El Papa Juan Pablo II sufrió un grave atentado, sellando así con sangre, y acompañado por María de Fátima, el inicio de esta institución, que podemos interpretar, a manera de presagio, como la difícil suerte de quien decide, con honestidad, lanzarse a responder a algunas de las preguntas fundamentales que han acompañado al hombre a lo largo de su historia: ¿qué soy?, ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy? ¿qué sentido tiene lo que hago?

Y con ello, provocar al hombre actual, que vive en la inmediatez, a que descubra la belleza de su interior, tal cual como Dios lo ha pensado desde ‘el principio’: hecho por amor y para amar.

El Papa polaco, en el discurso que preparó para la inauguración del Instituto apunta:

Deseo anunciarles ahora con el fin de responder adecuadamente a las expectativas sobre problemas concernientes a la familia, expresadas por el Episcopado del mundo entero, sobre todo con ocasión del último Sínodo de los Obispos, he considerado oportuno instituir el ‘Pontificio Consejo para la Familia’….

Además, he decidido fundar en la Pontificia Universidad Lateranense, que es la Universidad de la diócesis del Papa, un “Instituto Internacional de Estudios sobre Matrimonio y Familia” ….

Dicho Instituto se propone prestar a toda la Iglesia la aportación de la reflexión teológica y pastoral sin la que la misión evangelizadora de la Iglesia se vería privada de una ayuda esencial. Será un lugar donde la verdad sobre el matrimonio y la familia se estudien a fondo a la luz de la fe y con la contribución también de las distintas ciencias humanas. Pido a todos que acompañen con la oración estas dos iniciativas que quieren ser un signo más de la solicitud y estima de la Iglesia hacia la institución matrimonial y familiar, y de la importancia que ésta le atribuye en orden a su propia vida y a la vida de la sociedad”.

Juan Pablo II, deja muy en claro el objetivo del Instituto: estudiar a fondo a la luz de la fe, la verdad sobre el matrimonio y la familia, en diálogo con las distintas ciencias humanas.

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El Pontificio Instituto Teológico para las Ciencias del Matrimonio y de la Familia, una de las grandes aportaciones de San Juan Pablo II al hombre de hoy

Fe y razón, como ha dicho el Papa Wojtyla: “son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo”.

Para entender de forma sencilla la tarea dada al Instituto por el mismo papa fundador hagamos un breve ejercicio de reflexión.

La mayoría de nosotros portamos un teléfono ‘inteligente’; quiero pedirte que lo tengas a mano.

Sabemos bien, que este aparato consta de dos grandes componentes, por un lado, el hardware, conformado por el conjunto de componentes físicos o materiales; por otro lado, el mismo teléfono “inteligente” tiene otro importantísimo componente que conocemos como software, que es el conjunto de programas que permiten a nuestro celular realizar sus tareas.

Este teléfono “inteligente” no podría ser tal sin el software y el hardware, binomio necesario que conforma una unidad.

Ahora bien, ¿cuántos de nosotros al adquirir este teléfono móvil, leímos de ‘pe’ a ‘pa’ las instrucciones para su uso?, ¿conocemos todo el potencial que nos ofrece este teléfono?, ¿utilizo todas las herramientas, de forma adecuada, que esta tecnología me ofrece?

Para responder a las preguntas anteriores es necesario conocer a fondo el funcionamiento tanto del hardware como del software.

¿Qué haces para aprender sobre el funcionamiento del teléfono? Seguramente recurrimos al instructivo que incluye el fabricante para el correcto uso, pero, en no pocas ocasiones, para la mayoría de nosotros, este instructivo no es de fácil comprensión, requiero de la asesoría de alguien que conozca bien su funcionamiento, de lo contrario, en un caso extremo, las grandes bondades que esta herramienta tecnológica ofrece terminará como un pisapapeles en el mejor de los casos, si es que no en el cesto de basura.

Por otro lado, ¿qué es lo constitutivo del teléfono “inteligente”?, es decir, ¿qué es lo que hace que el teléfono “inteligente” sea teléfono “inteligente” y no otra cosa? ¿la marca?, ¿el modelo?, ¿el precio?, ¿el color?, ¿el material con que está fabricado?, seguramente no, estos elementos son accidentales.

Si mi teléfono “inteligente” es negro, o es de este u otro material químico, si es pequeño o grande, o bien si es de esta u otra marca, no afectan la esencia del ser del teléfono, sigue siendo teléfono “inteligente” en la medida que no le quite partes esenciales que lo componen, como su software o hardware que permite que mi teléfono tenga los componentes necesarios para comunicarme de forma inalámbrica.

Quiero utilizar este ejercicio de reflexión para que a manera de analogía trate de aproximarnos a la estructura antropológica de la persona humana, del matrimonio o la familia planteando las siguientes preguntas ¿Conozco lo constitutivo del hombre, del matrimonio y de la familia?

Es decir, ¿distingo bien los componentes esenciales, aquello que hace que mi objeto de estudio sea lo que es y no otra cosa, conozco los componentes accidentales, aquellos que no afectan esencialmente, en este caso sobre el hombre, el matrimonio y la familia?

¿Es el color, la raza, la posición social, por poner sólo algunos ejemplos, lo que hace que el hombre sea hombre? ¿Es su unidad dual de cuerpo-espíritu, lo que lo hace tal?

Quizá tenga que recurrir al instructivo para entender bien la diferencia, porque hay un instructivo que nos permite conocer todas las bondades de la persona, el matrimonio y la familia.

Ese instructivo está inscrito en el corazón del hombre, y quien lo ha creado lo pone a disposición para que podamos descubrir toda la belleza que lo compone.

En no pocas ocasiones, no es fácil, o no será fácil, entender el lenguaje en que se ha escrito este instructivo (por decirlo de alguna forma simple), que es en el lenguaje del amor; puede ser por muchísimos motivos, lo cierto es que todo hombre lleva consigo, impreso en su corazón la indicación adecuada para entender la razón de ser y de existir, pero necesita ayuda para poder leer correctamente estas indicaciones dadas por el Creador.

El Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y la Familia, tomado de la mano de las Sagradas Escrituras, La Tradición y el Magisterio, en diálogo con las ciencias humanas, y subrayando que la gran aportación de San Juan Pablo II, a través de su reflexión sobre la teología del cuerpo, ofrece, a la comunidad, una ayuda adecuada en la lectura e interpretación del instructivo impreso en el corazón del hombre tal cual como Dios lo creó en el principio, y de esta manera iluminar la vida de muchas personas, matrimonios y familias.

Te invito a profundizar más sobre la belleza de la persona humana, el matrimonio y la familia participando en el diplomado: “Pensamiento de San Juan Pablo II online”.

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