5 errores que puedes cometer como Sacerdote, al no saber de temas de familia

5 errores que puedes cometer como sacerdote al no saber de temas de familia
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Mtra. María Guadalupe Muñoz Durán

Las familias y los diversos temas alrededor de ella constituyen el tejido íntimo de la Iglesia misma en la época actual. Por eso el magisterio considera que la formación en temas relacionados con familiar es básica y prioritaria, para quienes desde su vocación y misión han sido nombrados pastores: Los sacerdotes ordenados.

Básica, porque siempre tiene que estar presente, aún en las expresiones más especializadas de la vocación y misión del sacerdote. “En este sentido cada responsable de la Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe el Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (F.C.70). Trátese de evangelizar a niños, jóvenes, universitarios, obreros, militares, campesinos, artistas, intelectuales, prisioneros o gitanos. Siempre hay que atender los aspectos de la vida familiar.

Y prioritaria, porque se debe anteponer a otras actividades pastorales. Sin familia no hay Iglesia. Más aún, como afirma la Exhortación Apostólica FAMILIARIS CONSORTIO: ” Hay que llevar a cabo toda clase de esfuerzos para que la pastoral de la familia adquiera consistencia y se desarrolle, dedicándose a este sector verdaderamente prioritario, con la certeza de que la evangelización, en el futuro depende en gran parte de la Iglesia doméstica” (F.C.65). Como pastoral básica, los pastores de cada comunidad han de  cuidar de los cimientos, de las raíces.  A partir de una formación y una pastoral humilde, que continué sumando a la edificación de la Iglesia.

            A partir de lo anterior, podemos definir la pastoral familiar como el conjunto de actividades mediante las cuales se construye la Iglesia-Familia a partir de las familias-iglesias. La Iglesia es familia de Dios y Cuerpo de Cristo. Sus células son las familias que llevan en sí la marca de Iglesia.

Y ¿qué papel tiene el sacerdote y la formación que ha de tener en temas relacionados con la familia? ¿Es allí un ser extraño, un agente tangencial? De ninguna manera. La tarea de los sacerdotes es allí “una parte esencial del ministerio de la Iglesia hacia el matrimonio y la familia” (F.C. 73).

Los sacerdotes, digámoslo a propósito, no son “hombres sin familia”. El celibato no es una renuncia a la paternidad ni un desprecio del matrimonio. Los sacerdotes viven la paternidad y el matrimonio en forma diferente. El sacramento del orden es una consagración de su amor a la Iglesia. Jesucristo es Esposo de la Iglesia y el sacramento del orden les permite participar de la unión conyugal de Cristo y la Iglesia. Esto trae, como el matrimonio, responsabilidades y privilegios. Si no se ha descubierto la grandeza de esta relación con la Iglesia es culpa de una visión distorsionada que se tiene, por malas experiencias. Es posible que se ha querido lucrar los privilegios sin atender a las responsabilidades. Como esos maridos que han terminado desencantados del matrimonio. Han querido gozar de los privilegios conyugales sin asumir en serio el papel de esposos.

Como sacerdotes se han de interesar en todo el ámbito de la vida conyugal y familiar. El Papa Juan Pablo II, advirtió que su responsabilidad “se extiende no sólo a los problemas morales y litúrgicos, sino también a los de carácter personal y social”. No sólo se han de interesar en si sus rebaños, van Misa o no, si se confiesan o no, si bautizan a sus hijos no, si están casados o no. Deben interesarse también si se aman, si pelean y cómo resuelven sus conflictos, si se perdonan, si se respetan, si se ayudan, si son cariñosos entre sí, si tienen trabajo, si dialogan, si se divierten juntos, si cultivan la alegría. Deben preocuparse por el estilo de educación humana y cristiana que están dando a sus hijos, qué valores les inculcan, cómo ejercen la autoridad. “Ellos (los sacerdotes) deben sostener a la familia en sus dificultades y sufrimientos, acercándose a sus miembros, ayudándoles a ver su vida a través del Evangelio” (F.C.73).

Aquí la importancia de buscar adquirir una formación adecuada e integral en lo qué es la familia, que a su vez vaya  expresado el estilo de  la vocación- misión de un buen pastor y del enfoque fundamental de lo que debe ser su trabajo pastoral con las familias: “Ayudarles a ver su vida a través del Evangelio”. Mostrando como su labor es diferente de la de un trabajador social o de un consejero familiar.  Y que les corresponde, no sólo con la palabra sino también y especialmente con su ejemplo, ayudar a que las parejas y sus hijos aprendan a examinar su vida diaria a la luz del mensaje de Jesús. Los cristianos estamos llamados a cultivar unos valores que el mundo habitualmente pisotea. El amor que nos enseña Jesús es diferente del “amor” que enseña el mundo. La generosidad, el perdón, el sacrificio, la castidad, la nobleza, la honradez, son palabras sin sentido en un mundo utilitario e idólatra. En las mentes impregnadas de la cultura del mundo materialista son palabras y conceptos que no les evocan valores respetables, sino que les provocan el sarcasmo.

La vida de hoy, la Iglesia y sus diversas realidades les invita a ejercer esta misión con “el debido discernimiento y verdadero espíritu apostólico” (F.C.73).  Por lo que, para lograr desempeñarse en esta misión, no por difícil menos interesante, San Juan Pablo II, veía como algo muy importante la una preparación “adecuada y seria”. Esta preparación requiere la adquisición de sólidos conocimientos no sólo teológicos sino también aquellos aportes necesarios de las ciencias humanas que les permitan comprender el fenómeno de la vida familiar y orientar su acción por buen camino. La naturaleza es obra de Dios y descubrir sus secretos, respetar sus leyes y ayudar a su desarrollo es un homenaje al Creador, que nos evitara cometer errores.

Cabe decir, que  no sólo conocimientos teóricos. Se necesita también “saber hacer”, “saber actuar”.  Se necesita equiparse  de una buena metodología de trabajo, sin la cual no sería eficaz y humana la evangelización en la familia. Los éxitos y fracasos, tanto propios como ajenos, las experiencias logradas, son una escuela incomparable para aprender ese “saber actuar” que todos requerimos.

Por lo que, “los sacerdotes… deben comportarse constantemente, con respecto a las familias, como padre, hermano, pastor y maestro, ayudándolas con los recursos de la gracia e iluminándolas con la luz de la verdad” (F.C. 73). El Papa San Juan Pablo II, identifica cuatro roles que han de estructurar el  estilo habitual de trabajo del Sacerdote. Estos cuatro roles provienen de la naturaleza misma del sacerdocio y de su misión. Participando fielmente de la misión sacerdotal de Jesucristo y su  tarea en la Iglesia buscando con ello  transparentarlo, hacerlo vivo y presente, a través de su humanidad limitada y pecadora:

  • Ser padres. Han de dar la vida, más vida, fomentar la unidad y estimular el liderazgo.
  • Ser hermanos. Reconocer los vínculos que les  atan a los demás. Perteneciendo con ellos a una misma familia. Sabiendo que no  son  ni mejores ni peores. Buscando  aprender de ellos, ser solidarios con ellos, apoyarlos y abrirnos a recibir su apoyo.
  • Ser pastores. Han de cuidar un rebaño que es del Señor y apacentarlo con la verdad del Evangelio y con los sacramentos. Ser pastores al estilo de Jesús: dando su vida por la grey, sabiéndonos entregar incluso con sacrificio.
  • Ser maestros. Enseñando la verdad de Jesús con el ejemplo y con la palabra. Ser maestros incluye ser primero discípulos, aprendices. El sacerdote no puede renunciar a ser maestro. Pero no puede pretender ser el único maestro.

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5 errores que se pueden evitar teniendo una formación adecuada en temas relacionados con la familia y su acompañamiento pastoral

1.- Mal manejo de autoridad o liderazgo

La falta de unidad de criterio entre las instituciones que también representan autoridad es uno de los grandes lastres para el acompañamiento del cualquier grupo de personas. De entrada, porque si la persona-feligres (persona, matrimonio o familia) recibe mensajes contradictorios, si sus líderes se desautorizan entre ellos, no sabe a quién hacer caso y se siente perdida, sin referencias claras. Y porque a medida que crecen en la vida y en la fe aprende a utilizar esas discrepancias o diferencias de criterio para hacer lo que quieren.

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2.- Sobre protección o paternalismo

Aseguran los sociólogos y pedagogos que éste es uno de los errores más frecuentes en la sociedad actual. Los pastores o líderes,  asumen muchas tareas de los lidereados, resuelven, intervienen antes de verles sufrir las consecuencias de una mala decisión, les dicen constantemente lo que han de hacer, organizan toda la vida familiar a su alrededor, les evitan disgustos… “Esta sobre protección resulta muy perjudicial porque hace personas, creyentes  dependientes y a veces muy tiránicos, porque crecen pensando que el mundo gira a su alrededor (como iglesia)  que son los reyes del mundo, no uno más de la sociedad y de la familia”.

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3.- Falta de continuidad en el acompañamiento pastoral

Los expertos advierten que un fallo habitual de los líderes es dejarse llevar por su estado de ánimo a la hora de acompañar, educar o guiar, de modo que permiten o no determinadas conductas en función de que estén más o menos cansados, contentos o enfadados. “Hay que tener conciencia de que estamos formando siempre, no en momentos concretos”, señala Edith Stein. Y subraya que, ante los formandos, los formadores (pastores, padres o guías) son la autoridad, de forma que no deberían comportarse de forma arbitraria sino ecuánime y racional: madura.

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4.- No poner límites

Los expertos explican que muchas veces los líderes o guías no tienen un proyecto claro de cómo van a dirigir a sus acompañados (feligreses), de cuáles son las normas mínimas que van a exigir y van improvisando, de modo que no siempre son coherentes en sus criterios. Lo que genera una desintegración fuerte de la comunidad.

5.- No saberse relacionar

Los psicólogos advierten que los pastores o líderes son la figura de autoridad para el dirigido y es un error tratar de ser amigos suyos en lugar de ejercer de autoridad. “El estilo democrático está bien para algunas cosas, pero se ha magnificado hasta en el campo de la pastoral y hay cosas que no se negocian, como el horario de formación, la manera de comunicarse en ciertos lugares, etc., ahí ha de ser el pastor o líder el que ejerza la voz de mando”.

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