La verdad es la aducción de la mente con la realidad. Sto. Tomás de Aquino
Por Claudia Orozco
En todas las ponencias anteriores hemos reflexionado sobre la importancia de reconocer y velar por la verdad, hemos aprendido que estamos llamados a honrar a la persona, pero que si está realizando un acto que va en contra de la naturaleza humana, denunciarlo. Nos llevamos muchos aprendizajes y reflexiones, en este último taller pretendemos aterrizar lo aprendido.
¿Para qué existe la verdad si no es para ser compartida?
Debemos se salir al encuentro del otro. Hay que considerar que cada vez que nos encontramos con otro, es toparnos con otro ser humano, con otro corazón, con otra historia. Se debe encontrar un punto medio en donde no se convierta en un sinfín de argumentos, sino en una retroalimentación fructífera.
El caos el relativismo
Si cada quién piensa lo que quiere, existe un verdadero problema. El relativismo no funciona. Hay una falta de entendimiento, una constante confusión. Existe una alarmante ideología de imponer. El relativismo nos aplasta. Si no somos parte de la gran mayoría, somos considerados retrógradas. Si no hay puntos de encuentro, ¿quién es el culpable? Se debe estar abierto a la convergencia, a partir de un mismo punto para tener un diálogo en común.
Si la verdad está rota, hay que reconstruirla. Debemos entender desde la misericordia, desde la empatía.
Ver desde el individualismo lastima en lo más hondo del ser. El relativismo es una renuncia a la búsqueda de la verdad. Es inhumana por su incapacidad de reconocer lo bueno y lo malo.
La gran pregunta es, ¿CÓMO? Alejandro Landero, en su artículo “Pluralismo vs. Relativismo” nos anima a tres pasos: 1) Aprender la realidad; 2) Ver con misericordia; 3) Tener siempre caridad en la verdad.
La indiferencia mata. La verdad salva. La verdad impone, siempre impone. No somos indiferentes a la verdad, no pretendamos serlo.