Reconoce que es lo que hace feliz a tu pareja.

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Por Luz María Dollero

El otro día me llegó un artículo titulado “Men fall, asleep, women cuddle and other post-sex behaviors that affect relationships”. En éste explicaban la gran novedad: los hombres y las mujeres somos distintos, incluso después de tener relaciones sexuales.

Los hombres tienden a dormirse, ver el celular, mientras las mujeres esperan apapacho o una conversación profunda; total que, mencionaba lo importante que es que las parejas piensen el otro, para que ambos estén más satisfechos y felices.

Thomas Melendo dice: “Tu pareja debe ser tu proyecto, por tanto, debes ser ”amable” para facilitarte que te pueda amar y ser feliz,. Cuando es así, no se trata de ceder, sino de buscar hacer lo que hace feliz al otro”; esto suena bonito, pero ¿realmente es posible?

Las relaciones en general no son fáciles y menos las de pareja. En la actualidad, las relaciones se establecen “por amor”, sin embargo, resulta paradójico que hoy, las personas están menos “capacitadas” para afrontar el reto y las obligaciones que conlleva compartir la vida con alguien.

Entre otras razones, esto se debe a que culturalmente vivimos en una sociedad que promueve el:

Individualismo: el yoísmo es lo de hoy: yo, me, mi, conmigo; yo primero, yo después y yo siempre.

Materialismo: se otorga valor y reconocimiento por el tener y no por el ser. Se aman las cosas, las plantas y animales, mientras que se usan las personas, siendo éstas descartables e intercambiables.

Hedonismo: el placer se ha convertido en el fin primordial por encima de la dignidad humana y del bien común. Las relaciones interpersonales se mantienen por conveniencia y según el placer que éstas brindan. Se quiere gozar de derechos sin responsabilizarse de las obligaciones.

Por tanto, nos resulta complejo establecer relaciones de parejas sanas, donde ambos busquen el bien del otro.

Las parejas actuales, no saben mirarse ya no saben amarse, ¿cuántas parejas se quedan en el yo, yo, yo? es que: yo no bailo, yo no esto, yo no lo otro, a mí eso no me gusta. no voy. Total, que no se divierten juntos, ni comparten uno con el otro sus gustos ni intereses.

No se trata de invadir al otro, es necesario que ambos tengan actividades de manera individual, sin embargo, estas no se pueden convertir en la norma, si esto pasa los caminos se separan y después ya no se reconocen ni se quieren reconocer.

Los paseos, salidas y demás actividades de ocio pueden resultar muy divertidas según la actitud con la que se vaya, independientemente si se comparte o no el gusto por esa actividad en específico.

¡Vaya! Tal vez nunca serás bailarín profesional y mantendrás tus dos pies izquierdos, pero eso no quiere decir que puedas estar ahí echando relajo en la pista, pasándotela bien con ella que le encanta bailar o que ella pueda acompañarte a ver películas de superhéroes o ir a conciertos de tu música favorita

En realidad, cuando hay amor verdadero, de ida y vuelta, las actividades realizadas son un “pretexto” para estar juntos, para conocer más al otro, para enamorarse más, para ser cómplices, para avivar la llama y para ser felices. Lo que hacemos en una u otra actividad solo cobra sentido y adquiere valor tanto cuanto nos sirve para encontrarnos con el otro.

 En consecuencia, si se cultiva esta actitud apasionada por la vida y por tu pareja la pasión se reflejará también en el ejercicio de la sexualidad, les saldrá de natural pensar en el otro y buscar que esté bien y a gusto, antes, durante y después de la relación sexual. Lo anterior, no porque quieran “ceder” y ser “buenitos” el uno con el otro, sino porque se han encontrado, en la vulnerabilidad de la desnudez física y existencial y surge el deseo de protegerse, conocerse más, ser más y de ayudar a que el otro sea más.

Así pues, en pareja, sabrán encontrar el justo medio entre querer dormir o querer hablar, porque se han descubierto uno al otro en un encuentro de amor que los funde en uno solo, haciendo que la felicidad del otro también sea la propia. En consecuencia, se mantendrán en estado alerta para poder donarse plenamente e incondicionalmente, demostrando su amor con actos concretos que realmente hagan al otro sentirse amado, único e irrepetible.

Maestría en
Ciencias de la Familia

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