Mtra. María Teresa Villa García
“Un hecho vale más que mil palabras” un dicho tan trillado y al mismo tiempo poco reflexionado, pero con una gran enseñanza.
Si recordamos alguna experiencia en que este dicho haya tenido significado en nuestro hogar, con nuestros hijos, puede ser que te remitas a cuando tu hijo imitó una mueca tuya o repitió alguna frase que te escuchó decir, positivos o negativos da igual ¡nuestros hijos repiten todo lo que nosotros hacemos y decimos!
Pero, ¿Por qué?, ¿Cómo se da este fenómeno?, ¿Cómo aprovecharlo de la mejor manera?
Las neuronas espejo
Las responsables de este proceso a nivel neuronal son las neuronas espejo o especulares.
Estas neuronas tienen la función de imitar aquello que inconscientemente llama nuestra atención.

Así como sentir empatía pues también nos permite interpretar las actitudes de los demás y poder llegar a una negociación o llevar una conversación.
Las neuronas espejo activan nuestra respuesta cerebral gracias a las emociones y acciones de otro individuo, este fenómeno es característico principalmente en edades tempranas gracias a la plasticidad neuronal, capacidad de moldearse y modificarse, el efecto espejo es mayor.
Por lo que la convivencia y los lazos afectivos que generamos con nuestros hijos son la principal razón por la que nuestro actuar y nuestras emociones llamen de forma más intensa la atención y por lo tanto la reacción de las neuronas espejo en ellos.
Es directamente proporcional, en cuanto mayor cantidad de tiempo y calidad de convivencia entre padres e hijos, se desarrollará un lazo afectivo sólido basado en amor, cariño, comprensión, comunicación, entonces nuestro ejemplo cosechará más y mejores frutos.
Sin embargo, no podemos olvidar que como padres somos puntos de referencia sobre todo en la edad de formación, por lo que, aunque no lo hagamos de forma intencionada nuestro ejemplo puede cosechar también vicios, carencias, confusiones.
¿Cómo ser un buen ejemplo para mis hijos?
He aquí algunas pautas para ser más consciente y aprovechar ese ejemplo que como padres de familia estamos dando en el día a día:

Trabaja en ti como persona.
Es de suma importancia trabajar en las diferentes esferas de tu vida para ser consciente en donde estas y hacia donde te diriges, puede ser la oración, dirección espiritual, consultoría familiar, acompañamiento psicológico.
Congruencia.
La congruencia es la capacidad de actuar, decir y pensar en una misma línea. Los hijos perciben y detectan la congruencia y algunas veces hasta la cuestionan.
Se auténtico.
Ten presente tus valores, tus medios de formación, tu vocación, pues en este mundo con grandes distractores podemos perder ese contacto con nuestra esencia.
Preséntate humano ante tus hijos.
El error, las caídas, la enfermedad, la tristeza, el enojo, las alegrías, las ilusiones, los proyectos, las metas son parte de la vida humana y es importante que nuestros hijos vean que los padres también tienen obstáculos, retos, ríen, lloran, se frustran, piden perdón, sin embargo, es importante tener inteligencia emocional y saber qué se puede compartir dependiendo las edades de tus hijos.
Comunicación asertiva.
Elemento fundamental pues el ejemplo va acompañado de la palabra, del diálogo para cuestionar, comprender, explicar, escuchar sus puntos de vista, su mundo interior, su perspectiva, es un medio para crecer en familia.
“Un hecho vale más que mil palabras”…
Los hechos son una de las principales estrategias para la formación y educación de los hijos, complementándose siempre con el diálogo, con las palabras, con el afecto y sobre todo con el amor.