Mtra. Claudia Orozco, coordinadora de licenciatura, plantel México
Vivimos en tiempos exponenciales, la información que se produce hoy en día se duplica cada 13 meses. El conocimiento humano excede los medios de almacenamiento que se conocían al iniciar este Siglo XXI. Los medios tecnológicos y de comunicación son parte de nuestro día a día, e inclusive forman parte de nuestras familias. Loscertales, et. al. (2006, pág. 7), en su libro digital “La familia y los medios de comunicación”, mencionan que estos han cambiado hasta la arquitectura del hogar; puesto que se tiene un lugar especial y hasta idolatrado dentro del hogar para la bien ponderada televisión. Y del 2006 a la fecha, han pasado varios años en donde no sólo la televisión es otro miembro de la familia, sino además cualquier cantidad de aparatos electrónicos que nos sirven para comunicarnos y, en muchas ocasiones, para distanciarnos. Para ser más específicos, actualmente hay un “nombre extra” dentro de la familia, que es Alexa o Cortana, que son dispositivos que se encuentran dentro de los hogares, conviviendo y cambiando la dinámica familiar.
Son conocidos los esfuerzos contracorriente que tienen algunos restaurantes en diferentes lugares del mundo donde presumen de no tener Wifi para “animar a sus comensales a hablar entre ellos”. Así como también algunos videos virales que aconsejan “ver arriba” (look up) y dejar de ser enajenados por los medios de comunicación. Y por más intentos por regresar a los orígenes, no se puede cambiar el hecho latente de que los medios de comunicación llegaron para quedarse.
La dimensión educativa de los medios de comunicación
¿Cuál es el papel de la familia, en concreto, de los padres como primeros educadores, ante el reto de la educación crítica frente a los medios de comunicación? ¿Cómo enseñan los padres a sus hijos cuando, probablemente los primeros sean inmigrantes digitales y los segundos sean nativos digitales? ¿De qué manera podrán beneficiarse los educadores, en este caso los padres de familia, de la tecnología para agilizar los procesos de aprendizaje en lugar de alentarlos u obstaculizarlos? ¿Cómo combatir el día a día tratando de sembrar valores familiares cuando el mundo justamente impone una axiología individualista y consumista? ¿De qué forma pueden los padres educar a sus hijos de diferentes edades para poder tener control sobre los medios y justo no sea al revés, provocando una adicción y enajenación? ¿Los mismos padres ejercen este control deseado? ¿Cómo evitar la imitación de hechos violentos y descontextualizados basados en estereotipos hedonistas y de deformación de la realidad? ¿Cómo cuidar a los niños y jóvenes de los peligros de los medios de comunicación? ¿Cuál es el papel educativo de los medios de comunicación en la post pandemia?
Son muchas preguntas y aun así no son exhaustivas en torno al tema de la dimensión educativa de los medios de comunicación. Sin embargo, nos abren la oportunidad de reflexión y análisis del tópico.
Comunicación en la familia
Empecemos desde la premisa de que el ser humano es naturalmente social y necesariamente educable, por su naturaleza perfectible (mas no perfecta). Debido a estas dos notas constitutivas, el ser humano precisa del comunicarse con otros. Así tenemos 4 diferentes agentes socializadores (Loscertales, et. al., 2006): el primero es la familia. Esta institución es por excelencia el entorno privilegiado donde se establece la comunicación interpersonal y, con suerte, intrapersonal también. La comunicación que se da en la familia está basada en el afecto y en el amor, por lo que pretende ensalzar la dignidad del ser humano. El segundo y tercer agentes socializadores son los pares y la escuela. Ya sea en casa, con el primer contacto con los hermanos, primos o amigos, o en la escuela, el niño va adquiriendo diferentes herramientas para expresarse y capacidades de escucha y trabajo colaborativo. El cuarto agente socializador es justamente los medios de comunicación.
Como su nombre lo indica, estos son los mediadores entre la información y la persona, entre la realidad y la subjetividad, son los que intervienen en la difusión del conocimiento, imágenes, actitudes, estilos de vida, valores e identidad que prevalecen en un momento específico de la historia (Marín Díaz, 2006). Son justamente medios, no fines. Y a partir de su buen uso como medios es que podremos justamente aprovecharlos y no permitir que sea al revés. Podríamos analizar dos clasificaciones de los medios de comunicación. Por su origen, tenemos los que utilizan la imagen (como la televisión, el cine, y todos los medios digitales/visuales que están al alcance de nuestros dedos como la computadora, las tabletas digitales, los teléfonos inteligentes, etc.) y los que utilizan la palabra (como los periódicos, los libros, la radio). Cabe destacar el alcance y empuje de los primeros debido a su decodificación menos laboriosa y su atractiva característica dentro de una sociedad eminentemente guiada por lo visual. La siguiente clasificación es por su amplitud o alcance. Tenemos así los medios masivos (mass media) y los medios grupales (self media). Los primeros son más parecidos a lo que era antes el internet, cuando su concepción era web 1.0; es decir, la información se transmite unidireccionalmente y quien recibe los mensajes es una audiencia anónima, requiere de tecnología sofisticada e información especializada. En cambio, el self media mantiene una comunicación multidireccional, asincrónica y muy flexible; lo que es la web 2.0. Se caracteriza por su espontaneidad y su diálogo directo.
Los medios de comunicación y su función
Entendiendo esto, analicemos las funciones de los medios de comunicación: informativa, de entretenimiento, cultural y psicosocial. Los medios de comunicación informan y también forman; nos ayudan a construir nuestra identidad. Dentro del ámbito educativo, nos motivan a aprender e impulsan a tener guías metodológicas de aprendizaje que nos ayuden a plantear caminos de expresión.
Es necesario que los educadores logremos orientar a los educandos en el uso adecuado y necesario de los medios de comunicación. ¿Qué quiere decir esto? El que logremos guiar a nuestros hijos y alumnos hacia un análisis crítico de la información brindada por los medios, donde se pueda mostrar los beneficios y los prejuicios de éstos y no idolatrarlos o satanizarlos. Es preciso animar a los más jóvenes a expresarse dentro de un contexto que implique formar un juicio de crítica constructiva. Siempre será importante supervisar sin imponer, ni cuartar la libertad de los hijos o los alumnos, de tal manera que poco a poco puedan ser ellos mismos los que logren tomar decisiones asertivas en torno a su bienestar. Además, con respecto a los mensajes consumistas lanzados por los medios, es imperativo fomentar la actitud de control de los deseos, enseñarlos a calibrar sus necesidades analizando cuáles son realmente auténticas. Finalmente, es imprescindible demostrar con el ejemplo cómo usar los medios de comunicación sin abusar de ellos.