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¿Cómo construir una familia resiliente?

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¿Cómo construir una familia resiliente?

Mtro. Marco Aurelio Escobar Santa Ana

Esta es una pregunta muy interesante y de mucha actualidad, cuya respuesta se ha simplificado por considerar la resiliencia un proceso natural del ser humano, sin embargo, la realidad es otra. El proceso de ser resiliente no consiste en simplemente sobrevivir o sobre llevar las dificultades esperando que el tiempo y tal vez un milagro provoquen el cambio en las circunstancias a fin de pasar el bache y “superar” la crisis.

Quienes profesamos la Fe en Dios frecuentemente ante la crisis oramos fervorosa y constantemente para que sea El, quien cambie nuestras circunstancias (no queremos responsabilizarnos) y aunque muchas veces de acuerdo con su plan las cambia, otras lo que quiere es que estas circunstancias NOS CAMBIEN A NOSOTROS (proceso de resiliencia).

Ahora teniendo esto en mente podemos profundizar en cómo hacerle para reaccionar asertivamente ante una crisis. La resiliencia es una capacidad que, con contadas excepciones, hay que aprender y practicar, tomándose el tiempo y espacio necesario para lograrlo, NADIE TIENE EL MISMO PROCESO, pero si es para TODOS, y consiste en el desarrollo de la capacidad de adaptarse, sobreponerse y crecer como ser humano (ser mejor persona) ante una situación crítica que se presente en la vida.

La adaptación conlleva el ver con otros ojos el problema para transformarlo en oportunidad de crecimiento personal utilizando las potencias del hombre, entendimiento, voluntad y memoria (Sn Agustín) que nos permiten trascender y dar fruto.

“Ser la mejor versión de nosotros mismos… eso es felicidad” (Enrique Rojas psiquiatra) y es el resultado esperado de una persona resiliente.

Pero esto no acaba aquí, ante un mundo que nos bombardea con tantas noticias que desvalorizan al ser humano, amarillistas, de desaliento y que provocan temor, la esperanza y capacidad para ver de los problemas posibilidad de crecer como seres humanos se convierte en una tarea más ardua y nebulosa y se convierte aún más en responsabilidad nuestra el elegir vivir como víctima o protagonista y actuar en consecuencia.

Hemos hablado ya de crisis, pero no la hemos acotado, ya que una crisis es diferente según el color del cristal con que se mira, es decir la edad, experiencia, historia de vida, herencia, lugar donde se vive, creencias, etc.… para algunos resultaría imposible resolver lo que para otros es simplemente un tropiezo y distracción en su plan de vida, y si esto lo aplicamos a la construcción de una familia resiliente se convierte en una tarea más compleja que involucra diferentes edades, realidades y necesidades.

Si bien una familia resiliente no genera necesariamente individuos resilientes si lo favorece, esto significa que las relaciones familiares pueden generar resiliencia para la resolución de oportunidades que afectan al núcleo familiar, pero no necesariamente que ayuden directamente a que cada uno ante sus diversas situaciones y puedan enfrentarlas de manera saludable y positiva, pero si generará un puerto, un faro, una luz en donde refugiarse en caso de necesidad y por supuesto un ejemplo de cómo reaccionar ante situaciones adversas.

Si la familia aplica cotidianamente la inteligencia emocional en donde la comunicación afectiva y asertiva es clave, ya que permite gestionar las emociones sin hostilidad ni agresividad buscando el mayor bien de los miembros, favoreciendo con ello la paciencia, tolerancia y la adaptación positiva (necesario para ser resiliente). Las diferentes crisis (y su manera de verlas y vivirlas) dentro del ámbito familiar se deben gestionar en conjunto por todos los miembros construyendo familias resilientes.

Si bien no hay fórmulas para aprender a ser mejores personas y familias algunas acciones pueden ayudar en el proceso de cualquier edad, pero especialmente a los niños y adolescentes.

Relaciones: Las redes de apoyo generadas pueden favorecer el cambio de mentalidad necesaria para ver las crisis como oportunidades.

Caridad: El gozo de dar es mayor que el de recibir, en esta sociedad consumista el centrarse (especialmente en los niños) en entregar algo valioso a otros ayuda a cambiar la manera de ver la vida.

Rutinas: En los pequeños miembros les ayuda a generar las estructuras de vida que se convertirán en su seguridad en caso de problemas, y para el resto es un remanso de algo conocido y experimentado que potencialmente genera paz.

Amor a sí mismo: muchas veces volcamos la vista hacia afuera, pero no debemos dejar de reconocernos como hijos de Dios y que estamos en el camino de perfección.

Plan de vida: Si conocemos hacia donde vamos es fácil retomar el rumbo; eso no significa que no ajustemos lo necesario de acuerdo con las circunstancias, sino que sepamos el rumbo hacia dónde dirigir los esfuerzos y así adaptarnos para lograrlo.

Celebrar los logros: Reconocer cada pequeño cambio positivo afianza el sentido para continuar aplicando la resiliencia ente las situaciones.

Favorecer el autodescubrimiento: El conocerse y descubrir aquello que afecta a cada miembro de la familia puede favorecer que el conjunto familiar pueda identificar el mejor camino a tomar o cambio a aplicar construyendo a la familia resiliente.

Cambio y adaptación como parte de la vida: La familia enfrenta una serie de cambios en sus miembros y lo que hoy es un logro momentáneo (pej. un bebé que camina) se convertirá rápidamente en algo y que no requiere una adaptación posterior, aún una enfermedad o adicción expresa su evolución de manera diferente cada día y requerirá atención diferenciada cada día, es decir adaptación CONSTANTE.

Así pues, la construcción de una familia resiliente comienza con el ejemplo, apertura, comunicación afectiva y efectiva de todos los miembros, y requiere de por sí, un proceso que se adapte día a día CON AMOR y en mirada hacia la eternidad.

Maestría en
Ciencias de la Familia

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