Dr. Hugo Lozaya
¿Cómo transformar el mundo? ¿Podrá el conocimiento científico a través de algunas de las ciencias obtener la fórmula para cambiar el mundo? ¿En qué sentido se tendría que dar ese cambio? ¿Cómo operacionalizar la idea? ¿Qué suponemos que debe cambiar?¿Hay una visión cercana a la verdad de lo que objetivamente se pretende cambiar? ¿Podrá existir un acuerdo internacional para hacerlo?
Los cambios individuales en sumatoria podrían conseguirlo, al parecer esta pretensión es una utopía. A 200,000 años de la aparición del Homo Sapiens, a 70,000 de su evolución cognitiva por el uso del lenguaje y a 2000 de la presencia del ser más influyente en la historia de la humanidad, la esencia del ser humano no ha cambiado, si bien han variado sus formas de sobrevivencia, de comunicación, de conocer, etcétera; no ha cambiado en el fondo, las cosas siguen siendo esencialmente iguales. Las ciencias humanas como la pedagogía, sociología, psicología, filosofía, política, ética etc., explican parcial y encubiertamente esta pretensión, de cambio, pero al igual que las religiones modernas han fracasado en ese intento de cambiar el mundo, supongo que el mundo cambiará cuando la naturaleza humana transite de su condición instintiva a la conciencia y acto de amar, intentaré explicar esta posibilidad.
El hombre primitivo, refiriéndome a nuestros ancestros que aún no habían desarrollado la neocorteza, tal y como ahora existe en nuestra especie, no tuvieron la posibilidad de acceder a la formación de un estado de conciencia tan elevado como lo es el amor, ya que este requirió del desarrollo del lenguaje para irse formando, por otra parte y quizás este sea un punto de confusión, este hombre “primitivo” contaba ya (aún sin el desarrollo completo del cerebro, al menos como en la actualidad lo conocemos) con la estructura cerebral para sentir, es decir el hombre primitivo tiene capacidad de tener sensaciones afectivas, sin embargo el amor es ante todo un acto de consciencia complejo y de una variedad tan amplia como formas de relación tiene la existencia humana, existe el amor de pareja, el amor filial, el fraterno, el materno, el amor a Dios, a la vida, a sí mismo, etcétera.
A diferencia de los filósofos griegos de la antigüedad, quienes gracias a vivir en una sociedad esclavista tenían tiempo para la meditación y la reflexión, el hombre primitivo ocupaba su mente en ideas y pensamientos para sobrevivir de los fenómenos naturales, de las bestias y de sus similares, su cerebro era más apto para actuar instintivamente que racionalmente, utilizaban más la parte reptílica del sistema nervioso que las estructuras corticales aún en desarrollo, esta condición no fue propicia para desarrollar dichas áreas corticales involucradas en lo que llamamos amor, por lo que el proceso ha sido muy lento, cabe mencionar además que lo que se conoce como cerebro trino, cuya parte medular es la más antigua, prevalece hasta nuestros días y es la encargada de las respuestas instintivas de supervivencia, activándose cuando las condiciones y circunstancias del momento presagian un peligro inminente, tal actividad tendrá tanta fuerza como peligro se perciba y en esa misma medida inhibirá las posibilidades de activar las habilidades de razonamiento y juicio, en concreto el instinto prevalecerá sobre la razón, cuando por el contrario las condiciones ambientales son seguras y confortables los instintos de supervivencia permanecen en estado latente y es aquí cuando la mente humana tiene las condiciones para cuestionarse su existencia y quehacer en el mundo, para filosofar.
Esta condición de prevalencia del instinto sobre la razón ha sido ampliamente estudiada por la psicología cognitiva al igual que su equivalente filosófico que en términos de Platón y Aristóteles correspondería a las funciones del alma, casualmente para ambos también en forma de triada. Supongo que la transición evolutiva del cerebro dominado más por los instintos que por la razón ha sido un largo proceso, que, si bien la neocorteza ha crecido en tamaño y funciones, también es cierto que para la inmensa mayoría de los humanos no hemos alcanzado un grado de dominio sobre tal estructura como para comprender el amor, no como palabra sino como acto.
Si bien existen casos excepcionales como lo vivido por Víctor Frankl en un campo de concentración, en donde las circunstancias eran más parecidas a las del hombre primitivo que a las de la mayoría de los filósofos de cualquier época, o más aún de aquellos que han elegido permanecer voluntariamente en circunstancias adversas para ayudar a otros, ejemplificando con esto el sacrificio como componente elemental de cualquier tipo de amor, el más notorio y trascendente de todos está en la Crucifixión, acto de amor supremo que desde mi perspectiva todavía no hemos aprendido, entendiendo el aprendizaje como la capacidad de traducir un proceso cognitivo a un acto, como ejemplo: el fumador comprende que se causa daño pero no lo traduce al acto de no fumar, el hombre comprende el amor pero está sumamente limitado a traducirlo en actos, si bien los actos de amor imperan sobre los de odio, a pesar de que los medios de información se proponen hacernos ver lo contrario, estos son insuficientes para que los hombres en su mayoría tengan una vida digna y sobre todo feliz, feliz como condición y propósito de vida, pero requerimos del acto de conciencia y la voluntad que serán los eslabones entre el pensamiento y el acto.
¿Cómo podemos lograr un verdadero cambio?
Solo el acto de amar puede cambiar el mundo o en otras palabras cuando el ser humano evolucione cognitivamente, dado que el acto supremo de la inteligencia es la capacidad de amar. Fromm decía que el verdadero cambio está en el corazón del hombre.
Me parece apropiado hacer mención que el propio Juan Pablo II acepto entre otras cosas, la Teoría de la Evolución de Darwin, no por considerarla contradictoria a la Creación sino por entender el camino que los humanos requerimos para comprender el Milagro de la Vida.
Referencias:
Choza. J. (1988) Manual de Antropología Filosófica. Ed. Rialp. Madrid
Fromm E. (1992) El Arte de Amar. Ed. Paidós. México
Noah, Y. (2016) Sapiens de Animales a Dioses. Ed. Debate. España
Savater. F (1991) Ética para Amador. Ed. Ariel. España
Seligman M (2014) Florecer. Ed. Océano. México
Villanueva R. (1988) Más allá del Principio de autodestrucción. Ed. Manual Moderno México